Del Fijador a los pixeles.

Vivo en un mundo donde las rosas son negras; las nubes, una escala de grises, y el arcoiris, un simple recuerdo.

Largas tardes, viciadas noches, horas y minutos sin sentido. Llueve melancolía y el café se enfrió en la espera de quien quisiera tomarlo.

Manos esfumadas han recorrido mi cuerpo. Mucha piel, pero poca ilusión y un tormento de respiraciones agitadas, que marcan lo banal de lo carnal.

En un laboratorio investigo la forma de pasar el rollo de negativo a positivo. Espero con ansias que al revelar la imagen, entre el blanco y negro, aparezca un rojo y sea el de tus labios, que me den el deseo que me ilumine. Explosiones de rayos lo velarán, obligándome a poner uno nuevo.

Con mi pasión por pasar de lo subjetivo a lo racional, veré en toda la combinación de colores, la vida real. Dejaré mis aislados días frente al computador, dejaré de navegar por los mares de letras y volveré a salir a la luz y sombra de la existencia.

Despertaré feliz a la par con los pájaros, me subiré al transantiago y enfrentaré el día a día de la vida. Pero sabré que ningún anzuelo de un mal pescador me atrapará. Porque a la vuelta de mi futuro, estará el presente cálido de tus labios.

Un beso con ilusión encanta la vida, un beso con calor la intensifica, uno con mal sabor la amarga. El mio es con esperanza, porque aún no se leer el futuro y no he encontrado tus labios.

Confío que todo sea digital, ya que el papel multi grado, si queda mal fijado, desaparece gradualmente la imagen y con eso volveré a la escala de grises.